miércoles, 4 de noviembre de 2009

Violencia Escolar

Para reflexionar....para qué van los jóvenes a la escuela? Quiénes son los autoritarios? Quién autorizó esta desvalorización del mundo de los adultos? Cuál es la gracia? Y ahora cómo revertimos esta realidad? Si los jóvenes no adquieren conocimientos ni permiten la transferencia de experiencias de sus mayores para capacitarse, cuando seamos ancianos, quién se ocupará de nosotros y de ellos mismos?

NUEVE DE CADA DIEZ CASOS PENALES POR VIOLENCIA MACHISTA NO SE INVESTIGAN

El fuero que mira para otro lado
En su primer año de funcionamiento, la Oficina de Violencia Doméstica de la Corte Suprema de la Nación detectó más de ocho mil casos de personas que sufrieron maltratos familiares. Ocho de cada diez afectadas son mujeres. Críticas al fuero penal.
Por Mariana Carbajal
La Oficina de Violencia Doméstica de la Corte Suprema de la Nación recibió 6746 denuncias y detectó 8354 personas que sufrieron maltratos familiares en su primer año de funcionamiento: ocho de cada diez afectadas son mujeres; entre los varones, seis de cada diez son niños y adolescentes. Casi nueve de cada diez denunciados son hombres. La mitad de los agresores son parejas de la víctima y casi un tercio, ex parejas, según reveló ayer la ministra del máximo tribunal Elena Highton de Nolasco, al dar a conocer las estadísticas. La jueza expresó su profunda preocupación porque nueve de cada diez casos derivados al fuero penal terminan rápidamente archivados o con un sobreseimiento, sin ser investigados. “Lo que queremos es que no se minimice el problema”, dijo y adjudicó esta tendencia al desconocimiento de los magistrados sobre las características del fenómeno de la violencia machista. “Como se trata de amenazas o de gritos los archivan, pero después de muchos años puede terminar en homicidio”, advirtió Highton. Distintos estudios mundiales muestran que el 50 por ciento de las mujeres víctimas de homicidio fueron asesinadas por sus parejas o ex parejas, según datos del Estudio a Fondo de las Naciones Unidas sobre la Violencia contra las Mujeres.
La ministra de la Corte Suprema aprovechó la conferencia de prensa en la que anunció las últimas estadísticas para llamar la atención sobre la falta de una política integral desde el Estado para prevenir y atender el problema. “Si hubiera lugares para atenderlo nosotros no estaríamos ocupándonos de esto”, criticó (ver aparte).
Casi la mitad de las mujeres afectadas por situaciones de violencia que se acercaron a la OVD tiene estudios secundarios y alrededor de un tercio, universitarios o terciarios. “Con esta precisión se termina el mito de que es cosa de pobres e ignorantes”, subrayó la magistrada. El 40 por ciento de las personas que llegaron a la OVD pertenecen a familias de sectores pobres y el 32 por ciento, a sectores medios, indicó. Si se toma en cuenta el barrio de procedencia, la mayor cantidad de denuncias corresponden a mujeres de los barrios de Flores y Lugano, seguidas por Barracas, Palermo, Caballito, Almagro y Soldati.
De las 6850 mujeres afectadas por distintos tipos de violencia, un cuatro por ciento estaban embarazadas al momento de pedir ayuda. Un 15 por ciento son niñas o adolescentes. Los días de mayor cantidad de denuncias son los lunes y los martes, después del fin de semana.
El 83 por ciento de las denuncias que llegaron a la OVD fueron derivados al fuero civil. En ese caso, destacó Highton, la respuesta “fue altamente favorable”. Se dictaron 3425 prohibiciones de acercamiento del agresor a la víctima y 540 exclusiones del hogar, entre otras medidas.
La violencia que más se denuncia en la OVD es la psicológica: 89 por ciento de los casos y las modalidades más frecuentes tiene que ver con maltrato verbal, amenazas e insultos, según detalló Analía Monferrer, coordinadora de la OVD. Es común que se combinen distintas formas de maltrato. En segundo lugar, la violencia más habitual observada es la física (68 por ciento). Le siguen la económica (30 por ciento) y la sexual (14 por ciento). Sobre esta última, la oficial de Unicef Gimol Pinto destacó que se trata de un porcentaje muy elevado. La mayoría de esos casos se refieren a denuncias de abuso sexual infantil, apuntó. Pinto destacó otro dato relevante: por cada mujer que denunció ser víctima de malos tratos en la OVD hay otros afectados que en su mayoría son niños y niñas.
En el fuero penal, apenas tres casos terminaron con una condena, en general, por lesiones graves y leves y amenazas, indicó Monferrer. En relación con las denuncias de violencia económica, explicó que se refieren a situaciones de incumplimiento de los deberes de asistencia familiar por un lado, y por otro, a casos en los que las mujeres reciben de parte de sus maridos una asignación diaria mínima de dinero. “Tuvimos algunos casos de mujeres de clase medio o alta que tienen un buen pasar y no manejan dinero”, detalló.
Página 12 04.11.09

Mientras las políticas de Estado no se ocupen de la violencia en todas sus formas de presentación (familiar, social, escolar, laboral, de género, sexual, mediática, etc.), los niñ@s seguirán siendo víctimas pasivas de las mismas y se identificarán inexorablemente con estos modelos destructivos trasnformándose ellos mismos en individuos violentos a modo de defensa frente a lo que no logran comprender y elaborar.
Como al Estado lo hacemos entre todos los ciudadanos que lo conformamos, sería aconsejable que cada uno de nosotros comience a implementar conductas y estrategias innovadoras individuales, familiares, grupales y comunitarias tendientes a promover cambios inmediatos, mediatos y a largo plazo en la sociedad toda.
Empecemos a adoptar y proyectar conductas sanas desde nuestro lugar en la sociedad, y desde allí exigir al resto el cumplimiento de normas y leyes acordadas comunitariamente según las necesidades reales de cada grupo social.
Sabemos muy bien que no hay recetas mágicas. No busquemos respuestas en modelos paternalistas, porque seguramente no nos resolverán nada. No pidamos a los representates del Estado actual soluciones; sólo administrará adecuadamente los recursos un Estado integrado por miembros activos, un Estado que surge de la misma sociedad que lo ha gestado.
Autor: Dra. Ana María Martorella.

Drogadependencia, mitos y realidades

Carlos Souza Para LA NACION
Noticias de
Opinión
Miércoles 4 de noviembre de 2009 Publicado en edición impresa
El reciente fallo de la Corte Suprema de Justicia sobre la despenalización de la marihuana para uso personal abarca la orbita de lo jurídico, pero también de la salud, la disyuntiva del límite de las libertades individuales cuando no afectan a terceros y aspectos éticos que van más allá de un cambio de legislación en materia de drogas.
Un aspecto favorable sobre el foco moral que conlleva el cambio de legislación es que intenta echar por tierra la conocida definición de que estamos frente a una "guerra contra las drogas", frase acuñada por Richard Nixon, en 1969, en el contexto de una situación económica y política similar al actual escenario estadounidense. Acuciado por la guerra que no podía ganar y un déficit comercial que controlaba precariamente gracias a maniobras dignas de un equilibrista, declaró, fiel al estilo republicano de buscar funcionales enemigos por doquier, que la droga era el enemigo público número uno. Esta definición, junto con las acciones que la acompañaron, generaron una ideología que sirvió, y aún sirve, para tranquilizar la conciencia de las sociedades de que estamos frente a un ataque externo del cual debemos defendernos de manera implacable.
La lista de fracasos de esta forma de pensamiento belicoso y las políticas que nacieron de él es larga. Uno de ellos fue el Plan Colombia, que, después de seis billones de dólares invertidos, obtuvo como resultado un aumento del 27% de los cultivos de coca en su territorio entre 2006 y 2007 según informes de la ONU.
Uno de los grandes errores de pensar las drogas como si fueran un virus con vida propia, alimentando la idea del enemigo externo, es que los mismos sistemas que generan las condiciones para su desarrollo son los que se quitan responsabilidad de ser procreadores de un problema engendrado en las raíces mismas de la sociedad de consumo. De esta manera, se estigmatizó y criminalizó al último de los eslabones de una larga cadena de responsables, a quienes no tienen contactos políticos ni pistas de aterrizaje clandestinas, tampoco conocen de paraísos fiscales ni lavado de dinero.
El drogadependiente busca, en un extremo del hiperconsumo, llenar vacíos y compensar su personalidad psicológica y existencialmente frágil en un contexto social con altos umbrales de tolerancia hacia las conductas autodestructivas, junto a padres con problemas para poner límites a esas conductas.
En el otro extremo, están los adictos que ven un mundo con pocas o nulas oportunidades de pertenecer, acumulando algunos un resentimiento imposible de medir, al cabalgar sobre sus impulsos, sin ningún apego por la vida propia o por la ajena.
Desde esta perspectiva, se deben criminalizar los actos delictivos, no la adicción en sí misma. Un tipo de perfil es el de un delincuente que consume drogas y éste consumo amplifica la violencia que naturalmente posee, y otro muy diferente es el de un adicto que delinque a partir de su adicción. Si bien todos los actos violentos que afectan a la comunidad deben ser punibles, la naturaleza de éstos es categóricamente distinta.
Entender la diferencia ayudaría a discutir otra forma de estigmatización social: asociar directamente la droga con el delito. Ni todo adicto es un delincuente ni todo delincuente es un adicto. Ciertos fenómenos de masas incluyen generar un excesivo temor a partir de los trágicos y traumáticos episodios que genera la delincuencia, de ahí proviene en una buena medida la radicalización de aquellos que están en contra de la definición de la Corte, generando el mito y un temor al desborde social en materia de drogas a partir del fallo.
Nada será muy diferente al sombrío panorama actual con respecto a la ausencia de claras políticas de Estado para contener un problema desbordado.
La Iglesia advierte sobre una "despenalización de hecho" en las villas. Fonga, la federación que agrupa a más de 60 ONG dedicadas a la asistencia, denuncia la falta de presupuesto nacional y provincial para atender esta problemática y la descontrolada situación en la provincia de Buenos Aires. La antigua secretaría dependiente del gobierno provincial perdió jerarquía, pasó a la órbita del ministerio de Salud, bajo el rango de subsecretaría. Sin embargo, en una buena parte de los discursos políticos se nombra la importancia de desarrollar programas eficaces de prevención y de asistencia a los adictos. El desolador panorama nacional en materia de drogas se asemeja al desierto y a la ausencia de rumbo en el que vive un adicto.
No obstante, la despenalización del uso de drogas es un avance, no un retroceso. Existen muchas experiencias, incluidas las de países vecinos, que demuestran que el consumo no se descontroló por un cambio de legislación que busca, en definitiva, no criminalizar un problema que debe ubicarse en la orbita de la salud. Sin embargo, resulta un retroceso el contexto sociopolítico sin rumbo ni estrategias de contención definidas en el que se instrumenta el cambio; lo cual no es un error menor. Desde esta visión, el fallo parece más cercano a una salida ilusoria frente a un panorama desbordado, que el producto de una reflexiva y consensuada alternativa en un contexto general que desarrolle sólidos, previsibles y plurales programas asistenciales y preventivos en materia de drogas, educación y salud integral.
La realidad es que las drogas seguirán conviviendo entre nosotros. Existe una gravísima problemática desatendida en la dimensión que se merece y que sigue avanzando.
La asignación de recursos acordes a la dimensión del problema, actualmente bordean lo irrisorio, la articulación con áreas técnicas de ONG y el diseño de políticas de Estado en la materia son los grandes desafíos pendientes, si son dimensionados de esta forma. Quedar atrapados únicamente en la polarización "a favor o en contra" del fallo de nuestro máximo tribunal es mirar el árbol y no un bosque que, desde hace años, está reclamando cuidados.
© LA NACION

martes, 3 de noviembre de 2009

Fumadores Pasivos

Los Niñ@s que hemos sido

Título: “Aprendiendo a ser padres” – emisión 30 (17/05/2009, 21 hs) – temporada 13
Entrevista de Eduard Punset con Jay Belsky, psicólogo del Bircbeck
College de la Universidad de Londres. Londres, diciembre de 2008.
Vídeo del programa: http://www.smartplanet.es/redesblog/?p=380
A edades tempranas, la recompensa funciona mejor que el castigo
Jay Belsky

Eduard Punset: Hace muy pocos años, nadie hablaba de a ver qué les pasaba a los niños o a los fetos, cuando estaban todavía en el vientre de su madre, para saber cómo se comportarían cuando fueran adultos. Nadie veía esta relación misteriosa entre la infancia y el comportamiento de los adultos. Jay, una de tus grandes contribuciones a este debate, a esta reflexión universal, tiene que ver con la necesidad de tener en cuenta no sólo a las madres sino a las madres y a los padres, y no sólo la relación con los niños sino la interrelación en las familias. De modo que, al fin y al cabo, lo que sugieres es que las cosas son más complicadas de lo que pensábamos, ¿verdad?
Jay Belsk: Bueno, de hecho, sigue siendo la gran pregunta. Nadie se dio cuenta de que cuando se añadía un padre a una familia, de modo que ésta tenía una madre y un padre, se creaba otro tipo de relación obvia, la de padre-madre, como existía la de marido y mujer, pero se subestimó el impacto de esta relación en el desarrollo del niño, así como su impacto en la salud de los
padres. Y lo que se creó al añadir al padre a la ecuación, fue un sistema familiar mucho más complejo.
Eduard Punset: Entonces, es complicado saber por qué, cuando alguien es adulto, se comporta como se comporta... Toda la familia puede ser responsable de ello… En alguna investigación tuya, demuestras que cuando los padres están ausentes, las chicas tienden a empezar la pubertad antes.
Jay Belsk: El hecho de que las relaciones durante la infancia podrían afectar el desarrollo físico y sexual, el momento de la pubertad en las chicas, ha sido un descubrimiento muy fascinante. Y esto nació de mi propia investigación sobre lo que ocurre con el desarrollo de un niño cuando lo vemos a través del prisma de la biología evolutiva, cuando planteamos la pregunta: ¿por qué el desarrollo se produce de esta manera?, y no simplemente: ¿cómo se produce?
Eduard Punset: Sí, es fascinante.
Jay Belsk: Parece que lo que sucede es que ha evolucionado algo que estaba codificado en nuestro propio cerebro. Las mujeres tienen un sentido que las lleva a preguntarse: “¿Va a ser precario el futuro? ¿Van a estar ahí los demás y voy a poder confiar? ¿Se puede confiar en los hombres? ¿Van a estar ahí cuando me haga mayor? Pero también como pareja y, todavía más importante, alguien que se vaya a implicar en el cuidado de mis hijos.” La respuesta que reciben a estas preguntas parece que procede de su propia niñez y de la ausencia o presencia del padre.
Eduard Punset: Increíble.
Jay Belsk: Y también de la calidad del padre. Y parece que, cuando el padre no está presente o cuando la calidad de la paternidad no es demasiado buena, lo que las chicas aprenden, tanto consciente como inconscientemente, es: “No puedo contar con él.” Y esto, biológicamente, las lleva a madurar antes. Y te preguntarás: “¿Por qué maduran antes?”. Porque, en cierto modo, les permite salir y ver, ir más allá antes que las demás, ser más promiscuas con sus parejas y tener más niños y ocuparse de ellos peor, cuidarlos peor. Y tú me dirás: “¿Y por qué querrían hacer esto?”. Y la razón es que si no puedes contar con los demás, sobre todo con los hombres, para tener tres, cuatro nietos en el futuro, quizás tengas que tener más hijos. En cambio, si puedes contar con un hombre en tu vida, si está ahí a tu lado, puedes retrasar la madurez, reunir los recursos físicos y psicológicos y después tener menos hijos, los cuales a su vez te darán pocos nietos porque la vida para ellos será menos precaria, menos arriesgada, más segura y más cierta.
Eduard Punset: ¿Pero te das cuenta de lo que sugieres? Es que es muy importante. Sugieres, y por favor corrígeme si me equivoco, que el divorcio se transmite entre generaciones.
Jay Belsk: Bueno, hay muchas pruebas de que hasta cierto punto, no del todo, pero sí hasta cierto punto, el divorcio se transmite entre generaciones, y la pregunta fundamental es: ¿por qué ocurre esto? En parte, tiene que ver con las expectativas de que los matrimonios no aguantan.
Eduard Punset: Pero, ¿por qué esta ambivalencia es mayor en las mujeres que en los hombres?
Jay Belsk: Creo que una de las diferencias fundamentales entre hombres y mujeres, y es algo que perdemos de vista en el mundo moderno, es que el coste y el valor de cada niño es biológicamente mayor para una mujer que para un hombre, siendo iguales todas las demás condiciones. Los hombres tienen ilimitadas posibilidades de tener muchos hijos. Las mujeres, sin embargo, tienen un número mucho más limitado de posibilidades de tener muchos hijos, así que cada niño tiene un valor distinto; una psicología diferente que ha evolucionado de la mano de estas distintas ventanas de oportunidad en lo que respecta a tener hijos.
Eduard Punset: Jay, es fantástico descubrir que existe esta comunicación intergeneracional, ¿verdad? Pero lo que realmente es fascinante, o incluso increíble, es cuando concretamos y nos fijamos en la edad, porque hay diferencias también en función de la edad: saber si fue antes de los cinco años o si lo que ocurrió se produjo después.
Jay Belsk: No se sabe con precisión todavía, pero hay indicios de que hay un período sensible, que se produce durante estos tres, cinco o siete primeros años de vida; cuando esta niña codifica información fundamental sobre la disponibilidad de los hombres, la fiabilidad de los hombres, y recoge dicha información basándose en la presencia o no de su padre, en la calidad del tiempo y atención que le brinda...

Derecho a la educación sexual

Catalina Wainerman Para LA NACION
Noticias de Opinión
Lunes 7 de setiembre de 2009 Publicado en edición impresa
La ley nacional de educación sexual integral 26.150 establece la obligatoriedad de las escuelas de todo el país, de gestión privada y estatal, confesionales y no confesionales, de impartir un programa integral de educación sexual, desde el nivel inicial hasta el superior de formación docente y de educación técnica no universitaria. Al hacerlo, da respuesta a la preocupación de la sociedad y del Estado por cuestiones relativas a la salud sexual y reproductiva, los problemas del VIH-sida y otras enfermedades de transmisión sexual, el aumento del embarazo adolescente, el aborto, la iniciación sexual más temprana.
Lo hace desde una perspectiva integral de la educación sexual como derecho humano, que articula las dimensiones biológica, psicológica, social, afectiva y ética en pos de la formación armónica de las personas. La discusión que plantea por estos días un sector de la Iglesia Católica argentina respecto del cumplimiento de la ley sancionada ya hace años reinstala un debate que parece ya perimido.
La ley de educación sexual integral explícitamente reconoce la potestad de cada escuela de adaptar las propuestas que formula a su realidad sociocultural, a su ideario institucional y a las convicciones de sus miembros. Pero las instituciones educativas deben ajustarse a la perspectiva general de la ley. Esta fue diseñada dentro del marco legal más general de la Constitución nacional, que establece la garantía de los derechos de los niños, niñas y adolescentes a acceder a los mejores niveles de salud, de información y a desplegar sus capacidades y potencialidades sin riesgos para sus vidas.
A esta altura, es claro que la educación sexual no puede orientarse a disminuir el "riesgo" o las consecuencias negativas del ejercicio de la sexualidad. Esta perspectiva, que prevaleció en algunos sectores de la sociedad, que aún intentan que siga prevaleciendo, ha probado no ser eficaz ni en disminuir los embarazos no deseados ni las enfermedades de transmisión sexual.
La sexualidad no es sólo una cuestión de salud ni de reproducción. Antes que mirar a los jóvenes como una población en riesgo, hay que mirarlos, al igual que la ley, como una población con derecho a diseñar su propio proyecto de vida y a llevarlo a cabo de manera autónoma, con respeto a la inviolabilidad y dignidad de cada cual. Esto requiere una mirada integral de las personas, que trasciende lo orgánico, lo genital, lo exclusivamente biológico y corporal para incluir aspectos que tienen que ver con lo social, con lo normativo, con lo afectivo, con las relaciones interpersonales, con el poder y con la igualdad de ambos sexos para ejercerlo.
Este discurso, que está presente en la ley, no es fácil de implementar, y no lo es porque en esta temática el discurso legal va más allá de los sentimientos, valores y concepciones profundas que los individuos y el imaginario social tienen respecto de la sexualidad.
La sexualidad y su ejercicio siguen estando plagadas de tabúes, mitos, miedos, vergüenzas, sentimientos de transgresión, de pecado, de culpa. La imagen pecaminosa de la sexualidad que prevalece en algunos sectores de la sociedad va unida a la del riesgo para la salud, porque el riesgo es una fuente legítima de preocupación y motor de acciones para contrarrestarlo.
De que el riesgo como consecuencia del ejercicio de la sexualidad no informada y no trabajada adecuadamente existe no hay duda, pero la sexualidad no es una enfermedad. Muy por el contrario, es un componente esencial de nuestra identidad. Deslegitimarla y/u ocultarla socialmente tras el riesgo, tras los prejuicios, encarna otro riesgo también muy importante de negar nuestro propio derecho a la identidad.

lunes, 2 de noviembre de 2009

Padres poco comunicados con sus hijos

Desde la cuna / Es fundamental establecer una buena conexión
Los especialistas advierten sobre la falta de comunicación con los bebes; ésta es clave para el desarrollo de los vínculos y del lenguaje
Noticias de Ciencia/Salud
Sábado 3 de octubre de 2009 Publicado en edición impresa LA NACIÓN
Jane E. Brody The New York Times
NUEVA YORK.- Hace poco me detuve a felicitar a una joven madre que llevaba a su hijo en cochecito. La mujer había estado hablando a su hija que apenas hablaba, a lo largo de toda la cuadra y le señalaba las cosas que veían, le hacía preguntas, como "¿qué color son esas flores?", y le contaba lo que iban a hacer cuando llegaran al parque.
No es habitual que esto suceda en mi barrio, le dije. Muy a menudo, las madres y niñeras que veo están con sus celulares, las BlackBerry y los iPod, y no con los niños.
No existían tales distracciones cuando mi esposo y yo pasábamos el tiempo con nuestros bebes, niños pequeños y preescolares. Al igual que esa joven madre, les hablábamos. Les leíamos y cantábamos con ellos. Y mucho antes de que hablaran, imitábamos sus sonidos y les hacíamos saber que los escuchábamos y les respondíamos.
No soy la única alarmada por la moderna conducta de los padres. Randi Jacoby, especialista en habla y lenguaje de Nueva York, recientemente me dijo en un mensaje por correo electrónico: "Los padres han dejado de comunicarse con los niños pequeños, lo que hace que se pierda también el contacto visual, la expresión facial y, sobre todo, el feedback [retroalimentación], que es esencial para el desarrollo temprano de la comunicación.
Los niños pequeños requieren tiempo y un feedback individual mientras luchan por formular palabras para elaborar su lenguaje y sus habilidades cognitivas. Las destrezas básicas no se están enseñando con el ejemplo, y la sociedad cae presa de la respuesta rápida a la que la generación de la computadora se ha acostumbrado.
Sería necesario recordar a los padres la importancia de su modelo comunicativo".
Por supuesto, no todos los padres están habitualmente desconectados de sus niños pequeños. Dos de mis amigas que tienen alrededor de 30 años y que tienen niños pequeños, les hablan y conversan con ellos continuamente.
El consejo de Jacoby a los padres: "Recompense los intentos de comunicación de su pequeño prestando mayor atención a lo que diga. Esté listo para dejar su celular y mire al niño directamente a los ojos cuando comparte sus pensamientos con usted".
La comunicación comienza en cuanto el niño nace. La manera en que se toca, sostiene y mira al bebe y cómo se le habla lo ayuda a aprender su lenguaje, y las diferentes maneras en que llora ayuda a los padres a aprender su lenguaje: "estoy mojado", "tengo hambre", estoy cansado", "me duele", "estoy abrumado", y así sucesivamente.
"Hable con su bebe siempre que tenga la oportunidad", aconseja a los padres la Asociación Médica Norteamericana.
"Aunque no entienda lo que se le dice, su voz calma y tranquilizadora es lo que necesita para sentirse seguro. Siempre responda al llanto de su recién nacido, no se lo malcría por prestarle demasiada atención."
La Asociación Norteamericana del Habla, Lenguaje y Oído alienta a los padres para que redoblen sus esfuerzos de comunicación mirando al bebe e imitando sus vocalizaciones, risa y expresiones faciales.
"Háblele cuando hace esto", sugiere la asociación. "Cuéntele adónde van a ir, lo que van a hacer cuando lleguen ahí, y a quién y qué van a ver." Uno podría decir cosas, como: "Ahora te vamos a poner las medias", "vamos a ir en el auto a ver a la abuela" o, "cuando lleguemos a la plaza, te voy a hamacar".
Y nunca es demasiado temprano para presentarles los libros. Recuerdo a mi sobrina, que, a los 3 meses, se embelesaba cuando su madre le "leía" un libro de dibujos y le señalaba objetos, le comentaba sobre los colores y lo que hacían los diferentes personajes.
Es lo mismo con los niños pequeños. Consejo de los expertos en habla: "Háblele mientras hace algo y va a algún lugar. Cuando lo lleva en cochecito, por ejemplo, señálele los objetos familiares y diga sus nombres. Use un lenguaje simple, pero con estructura gramatical. Amplíe con otras palabras. Por ejemplo, si el niño dice "auto" respóndale: "Sí, ese es un auto grande y rojo".
No hablan, pero comprenden
Recuerde que los niños que aún no hablan comprenden mucho más de lo que dicen. Uno de mis nietos tardó en comenzar a hablar. Cuando quería algo para tomar o comer, iba a la heladera o a la alacena y señalaba lo que quería. Nuestra tarea era preguntarle: "¿Querés agua o jugo?, ¿cereal o pasas de uva? Y esperábamos la respuesta. Cuando comprendíamos, reforzábamos el mensaje verbal y decíamos: "¡Ah!, Lo que querés es cereal".
Evite palabras de bebe y la forma de hablar de ellos porque el niño que está aprendiendo a hablar se puede confundir. Enseñe a sus hijos las palabras y nombres correctos para las personas, cosas y partes del cuerpo, incluso "pecho", "pene" y "vagina". Si su niño utiliza una palabra infantil ("pa-pa", por ejemplo) se puede repetir, pero use también la correcta y diga "comida".
Hagan juegos con las palabras, como "Itsy-Bitsy araña", y aliente a su hijo a realizar los gestos que acompañan y quizá también a decir algunas de las palabras.
Cuente los escalones cuando sube una escalera. "Las habilidades matemáticas de mis nietos mellizos florecieron mucho antes de que pudieran hablar en oraciones porque viven en un tercer piso. A cualquier edad que su hijo comience a hablar, hágale saber que está interesada en lo que está diciendo, al repetir y ampliar lo que dice y al pedirle que repita lo que dijo si no lo entendió.
Haga preguntas que requieran de una elección, como "¿querés leche o jugo?" o ¿querés caminar o ir en cochecito? Ayude a ampliar el vocabulario de su hijo al hablarle de lo que se puede hacer con varios objetos y explicándole por qué un determinado alimento ayuda a tener un cuerpo sano.
Cante canciones, recite rimas infantiles y aliente a su hijo a completarlas con algunas palabras. Cuando lean un libro juntos, lo que debería ser una actividad cotidiana, pídale que nombre o describa los objetos o que hable sobre lo que hacen los personajes.
Evite la frustración verbal. Cuando sus hijos traten de hablarle, présteles toda la atención posible. Y antes de hablarles a ellos, asegúrese de que estén atentos.